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título UNA NAVIDAD DE ESPANTO
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ChrisTina es una chica decente de barrio bajo. Vive en Vallecas con su abuela Eloisa. Nació en honduras pero cuando era pequeña se mudaron a Madrid para que su abuela abriera una tienda de ropa allí, un bazar chino.
Se mudaron todos, y allí la apuntaron al colegio Pio XII a aprender matemáticas, francés, inglés, biología química…¡de todo!… Le encantaba ir al colegio, a hablar allí con los niños del barrio. ¡Se divertían mucho! A mediodía en el comedor se juntaban todos a contar las historias de los locos de allí y se reían mucho todos.
Su abuela tenía un bazaar chino muy guay. Vendían ropita con muchos colorcitos, bolsos de toda clase, chuches, joyas de la india…gafas de sol, zapatos, libretas y bolígrafos para el colegio de la niña. Estaba todo muy baratuqui y allí se juntaban todas las del barrio a hacer sus compras y a hablar de las historias de los locos del barrio. A Christina le encantaba comprar revistas de estrellas de Hollywood y mirar todo, como se visten esas estrellas…y luego iba a la tienda de su abuela a recrear los mismos looks en versión baratuqui. Se compraba todos los maquillajes y se los inventaba en casa y la gente de su barrio siempre le preguntaba “¿pero Christina, cómo es que vas tan guapa?” Y ella decía que tenía sus secretos de belleza.
Para sacarse unos dinerillos, Christina le daba clases de inglés a los niños del barrio. Se había enamorado de su profesor de inglés y se interesaba mucho por el idioma. Para aprenderlo, se ponía a cantar en su habitación las últimas canciones de Hollywood…y miraba las telenovelas de Los Angeles. No comprendía ni papa, pero poco a poco fue pillando el idioma y daba clases de él.
Christina era muy guapa ¡y llamaba la atención por el barrio! Tenía muchos pretendientes y como es natural, un día se echó novio. Un gilipollas vestido como un caballero de la España medieval, con unos zapatos en punta que le quedan fatal y unos pantalones de pana, y unos bigotes con las puntas en forma de caracol. Tenía entradas para su edad y no parecía estar muy en salud para su edad. Siempre soltaba unos comentarios que no venían a cuento en plan que detesta a los gordos y que no le gustan los cruasanes de belle ile, una isla del pacífico francés. ¿Por qué estaba ella con él? Pues no lo sé. Un misterio. Él no tenía ni un duro y cuando iban él y Christina a comer kebabs, tenía que pagar ella porque él estaba sin un duro.
¿Que a qué se dedica? Atención porque lo que viene es oro: se dedica a escribir una tesis doctoral que nunca acaba sobre la congelación de unos cristales de fresas de no sé qué para Mercadona. Un rollo patatero que no le importa a nadie. Una vez él le dijo a Christina que iba a desaparecer un tiempo porque se iba a ir a unas conferencias en la China sobre su tesis doctoral, ¡una tesis que le importa mucho a la gente vamos! Ella le pareció raro todo eso pero bueno. Como él siempre estaba pidiendo dinero, ella se quiso buscar un trabajito extra para ganarse unas perras. Vio por los intérnetes que ofrecían un puesto de trabajo en la revista playboy, una revista de porno sexy para los camioneros de Mercadona. Estaban buscando a alguien que escribiese historietas semanales para sus lectores. Ella no tenía los estudios para eso, pero envió su solicitud y le dieron el puesto de trabajo. A la abuela le pareció estupendo porque la compensación económica era muy excelente. Pero al novio del bigote raro le pareció muy mal, él le dijo que era o él o la revista playboy. Ella escogió el trabajito…no tenía otra. ¡Tenía que pagar las facturas, a fin de cuentas!
Las historias generaron mucho éxito y playboy les envió un cheque a Christina y a su abuela por las historietas. Era tal la cifra que se mudaron a torrelodones. La abuela estaba encantada, ya que había pasado toda su vida con dificultades económicas en Vallecas y siempre había soñado con una vida hollywoodiense. Se mudaron a una mansión enorme, con una piscina salada para imitar las olas del mar…y el techo más alto que una iglesia. Tenía las paredes blancas y una de color azul eléctrico. Y todos los muebles de diseño noruego del Ikea. ¡Super bonito! La abuela no se lo podía creer que estaban viviendo allí e invitaba a todas las amigas de Vallecas a ir ahí a beber el cafetito con bizcochos del Mercadona. Por la noche había así como unos ruidos raros…unos fantasmas. La casa estaba embrujada, pero bueno daba igual, era lujoso y era del estilo de las telenovelas de Hollywood.
Sin embargo, un día llamaron a Christina de playboy para darle la mala noticia. Tenían que romper su contrato porque había una capulla integral que intentaba hacer usurpación de identidad e iba por ahi diciendo que era ella la que escribía las historias de playboy, que la habían contratado como negra para escribir eso, y que era Christina la que ponía su nombre. Estaba todo en juicios y abogados, pero por el momento, pues tenían que parar todo. Y ya está. “¿Pero bueno, cómo voy a pagar mis facturas?” Les preguntó Christina. “No lo sé Christina, lo siento mucho.”
Al día siguiente se mudaron de nuevo a Vallecas Christina y su abuela. La casa estaba un poco abandonada y se pusieron a limpiarla. No se podía creer que pasaron del central park al trailer park de nuevo. ¡Eso sí que es caer bajo! La abuela le preguntó que quién era la capulla esa. La investigaron por los intérnetes. Al parecer había armado muchos follones. La llamaban de todas partes, de la real academia española, la biblioteca de Alejandría..de todos sitios para dar charlas literarios sobre sus historias de playboy. Tenía un aspecto burdo, con la mandíbula de bestia demasiado avanzada y la mirada de síndrome de down. ¡Un espanto vamos! “¿Pero cómo puede la gente darle atención a ese puto zurullo de mierda?” Le preguntó la abuela a Christina. “Vete tú a saber…eso me huele a pacto con el diablo”
La casa de Vallecas donde vivían Christina y su abuela estaba hecha un desastre. Se había roto una ventana y no podían seguir así, con el viento y todo entrando por ahí. Entonces llamaron al ventanero para que lo arreglase. Y vino un señor muy guapo a arreglarla. A Christina le gustó mucho. Era un poco mayor para ella, pero tenía un aspecto de hombrón fuerte y protector. Y por si fuera poco tenía la barba afeitada con gusto, algo muy apreciado por Christina en estos tiempos que corren. A ella no fue la única que le gustó, puesto que la abuela le dijo “ay que hombre tan bien para ti, mi sueño es verte casada en una carroza con un vestido blanco muy bonito de los chinos”. El hombre terminó su trabajo y le dieron las gracias y se despidieron. Al arreglar ahí la casa después de la obra, Christina encontró que le había dejado una notita de amor con un corazón. Le dijo de llamarle. Y ella lo llamó. Quedaron juntos para ir a la heladería a comer helados de stracciatella…y se enamoraron. Él le dio un beso. Y siempre la invitaba a comer fuera con mucho respeto. Hablaba mucho con la abuela de Christina y le preguntaba cómo estaba.
Los dos empezaron su historia de amor. Iban mucho a comer kebabs y a pasear al perrito de Christina un chihuahua muy decente. Pequeño pero matón.
La relación de Christina con el señor mayor, que era así como lo llamaba la abuela de Christina, salió viento en popa y estaba muy fresquita. La navidad se estaba acercando y Christina no sabía si la iba a celebrar con su nuevo marido. Le preguntó que qué hacía ese día, y él le dijo que no podía celebrar navidad con ella y su abuelita porque tenía que trabajar. Tenía que poner las ventanas de un manicomio que había ordenado el nuevo gobierno de zapatero. Ella le preguntó que si podía ir ahí a estar con él. Por lo menos le haría compañía. Ella fue ahí en taxi, ya que no sabía dónde estaba eso. Al salir del taxi vio un sitio siniestro. Parecía una casa de la muerte. Todo gris y quemado. El perfecto set de televisión para una película de terror. Al entrar le pidieron su nombre y le agradó que le pidieron su nombre puesto…que al menos había seguratas allí y no le iba a salir un loco de la nada a gritar al viento, o yo que sé que demás horrores.
Fue al comedor a pedir si vendían comida. Le dijeron que tenían el menú del día. Arroz al horno con un poquito de queso manchego y pan del Mercadona. Ella dijo que perfecto. Sacó su dinerito y les pagó.
Se sentó en la mesa a observar a su nuevo marido poner las ventanas. “Qué arte tiene” pensó. De repente vio que se sentó en frente de ella un zombie moribundo con un pijama sacado de la basura. Le saludó y ella no sabía qué decir. El zombie le dijo que le gustan mucho las nubes de cacahuetes y que no entiende por qué está ahí, puesto que ella es famosa. “¿Famosa? ¿Esta famosa? Qué raro…¿en qué revista me la habré visto?” Le dijo que era famosa por escribir unas historietas en la revista playboy y que la habían internado allí.
vaya. Supongo que el tiempo es la mejor venganza. El tiempo siempre pone a todo el mundo en su sitio ¡pero literalmente!
to build this spanish short story, this is draft that was needed:
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xTina es una de barrio. Vallecas. Vive con su abuela. Da clases de inglés a los niños del barrio. Es latinoamericana inmigrante. Se enamoró de su profesor de inglés en el colegio y aprendió inglés viendo telenovelas Hollywood. Su novio es un gilipollas que se viste como un caballero de la era cataplum, que escribe una tesis, no tiene ni un duro y se va a la china. Hacer conferencias sobre su tesis. Una tesis sobre como congelar fresas. Una tesis que su abuela resolvió en un plis plis. Su abuela tiene una tienda de ropa.
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Le ofrecen un trabajo en playboy para escribir historias periódicamente para sus lectores camioneros. El novio ofende y le dice que o el o el trabajo en playboy. Ella escoge el trabajo porque tienen que pagar las facturas!
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Hay muchas ventas…y se mudan a Torrelodones en una mansión encantada por algunos fantasmas, pero bueno da igual¡ es lujoso y es lo que siempre ha salido en las telenovelas de Hollywood.
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Un día le dicen en playboy que tiene que parar le contrato. Hay una capilla que le ha intentado usurpar su identidad y que dice por ahí que ella escribió sus historietas…y que la llaman de to kiski, el real academia española, todo. Y que se ha armao un follón y tienen que parar el contrato. Pero ahora como voy a hacer para pagar mis facturas? Pues no sé. Lo siento. Dice playboy.
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Entonces la abuela y ella se mudan de nuevo a Vallecas. Del central park al trailer park de nuevo. Ella mira en los intérneles a ver qué pinta tiene esa que le usupo la identidad. Parece que tiene síndrome de down y con la mandíbula de bestia. Un escaso!
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Por si fuera poco, se les rompe una ventana…y llaman al ventanero a que la arregle. Se la arregla y le deja una notita de amor con un corazón. Que lo llame. Ella lo llama y se enamora de e´l.
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Llega navidad y ella quiere comer con su nuevo marido…pero él le dice que tiene que trabajar. Que tiene que hacer las ventanas de un manicomio que ha puesto nuevo el gobierno de zapatero. Y le dice que si quiere ir a comer allí al manicomio con los locos. Ella acepta. Le dan un estofado madrileño y muy bueno!entonces se sienta una delante de ella con aspecto de loca. Le empieza a hablar. Le dice que el cielo es de cacahuete que ella es famosa. Que escribe para playboy. La empezó a mirar….la reconoció¡ es la que le intentó usurpar la identidad! Supongo que el tiempo el la mejor venganza. El tiempo siempre a todo el mundo en su sitio, pero literalmente! El que retoma es siempre el que gana. Lo que yo hago dura gente!
título UNA NAVIDAD DE ESPANTO, SEGUNDA PARTE
Christina vive con su abuela en Vallecas, un barrio trabajador de Madrid. Su abuela tiene una tienda que se llama Shopping Asia donde venden unas maravillas de los chinos. Un día decide que quiere ampliar el negocio de su abuela, y abrir una empresa más accesible para más gente. Quiere abrir un negocio de uñas, ya que le encanta hacerse las uñas.
Descubrió el mundo de las uñas postizas en la tienda de su abuela. ¡Ahí las venden de todos los colores!
Para halloween hacen unas naranjitas con telas de arañas, brujas y murciélagos. Para navidad, unas con papá noel y nieve que cae. Para san Valentín unas con corazones. Para verano de todos los colores, verdes neon, azul eléctrico, rosa pálido, rojo bombón, púrpura disco. Todas llevan unos nombre muy exóticos y acertados. Le encanta ponérselas y piensa que le añaden algo muy interesante a su look. Todo el mundo le sopla muchos cumplidos sobre ellas. Y nota que a la gente le gusta eso. Como sabe tanto de poner uñas y tal, piensa que la gente quiere eso, y quiere abrir un business de eso. Pero el problema es que no sabe cómo. Sabe que puede conseguir clientes, puesto que la gente le habla mucho de su interés por las uñas, pero no sabe cómo organizarlo. Entonces decide hacer una investigación al respecto y encuentra un curso muy bueno de business que ofrece Donald trump. The art of the deal, se llama, y te explican paso por paso todo lo que hay que hacer para abrir un business. “¡Perfecto¡ !esto es justamente lo que necesito!” Se dijo Christina. Le contó a su abuela acerca de su nuevo hallazgo, el curso de business de Donald trump, el precio y qué le parecía. ”oye pues me parece estupendo, a ver si nos abres que un negocio y nos hacemos millonarios”. “Para eso vas a tener que ahorrar tus dinerillos christina, para comprarte el curso de Donald trump”
-No te preocupes abuela, tengo en mis ahorros bastante dinerillo para eso. Lo voy a comprar mañana y ya te iré diciendo lo que explica el curso ese.”
La mañana siguiente Christina compró su curso de business y ¡qué alegría! Estaba todo muy bien explicado claramente. Le daban ejercicios que hacer sobre cómo organizarlo todo. Le preguntaron de hacer un estudio de mercado según la industria del business que quería hacer. El suyo es de uñas. Entonces pues el curso le pedía hablar con clientes potenciales acerca de qué precios le parecen bien si se hacen las uñas, qué colores les gustan, y por regla general cómo les gustaría que shopping Asia les ofrezca esos servicios y productos de uñas.
Christina se lo dijo a su abuela, y le dijo que no sabía cómo hacer el estudio de mercado. “¡Pues yo tengo una idea christina! Vamos a invitar a las del barrio para navidad a casa, les pagamos la cena y tal, y a cambio les haces las preguntas que necesitas para tu business”
A Christina le pareció perfecto. Le dijo que iba a organizar una cena con tema. El tema es La China…y para eso les iba a comprar a los invitados rollitos de primavera, pollo vietnamita, sopa pho de los chinos, chuches japonesas, crackers de gambetas…y unos alcoholes con una lárgate dentro de la china. También iba a comprar unas flores de plástico para el salón, para ponerlo bonito.
Llegó la noche de navidad y llegaron los invitados. Christina se esperaba a mucha felicidad muy buen ambiente y muchas risas. Y pues…fue eso una decepción. Llegaron unas parejitas muy raras todos. “Menudo espanto de cena es esta” pensó christina. Estaban ahí en plan moribundo muermos, sin decirse nada a nadie. No sé. Menudas parejas de mierda por dios. Qué gente tan aburrida. Unos silencios super incómodos que no sabes qué decir. ¡Un ambientillo tan rancio! “Esta gente necesita muchos tips de uñas ¿eh?” Se dijo a sí misma Christina. Iban todos super sucios, con unas ropas del año catapún, todos muy oscuros y grises. La infelicidad personificada. Un espanto vamos.
La abuela de christina se puso a contarles historietas, para levantar un poco el ambiente. Les dijo que había encontrado unos looks muy bonitos en el shopping Asia, una falda dragón con coloridos de fuego morado y una camiseta gris muy cutesie. Y que si les interesa ese look, pues que ya saben dónde ir a comprarlo. Luego la abuela les dijo que si les interesaba que Christina le hiciese las uñas.
Fue ahí una de las parejitas esas tan raras que había invitado la abuela de christina. Era una que se llamaba antoñeta. Menudo nombre por dios. Y el supuesto novio se llama Manel. Manel y antoñeta. Menudo par. Entonces se sentó en el suelo del salón y christina empezó a hacerle las uñas. Y empezaron a hablar y a reírse. Menudo cambio de humor por dios. La tía se soltó a hablar pero con su supuesto novio, pues nada, ni una palabra. Le contó que estaba en un internado aprendiendo inglés y que el otro día vio unas patatas fritas volar por los aires. Y que un día un estúpido cogió un bolígrafo y le pintó la falda. ‘Bueno, pues si te interesa comprarte una nueva, me han dicho que en shopping Asia hay unas muy bonitas que acaban de llegar, de dragón…muy baratuquis” le dijo christina.
Se empezaron a reír. “Ya sé lo que quiere la gente.” Se dijo christina. “La gente quiere compañía, eso es lo que hace falta para abrir una compañía”. Y ya está. Así de simple se arregló el asunto del business de uñas.
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1 Christina quiere abrir una tienda de uñas. Pero no sabe cómo. Entonces toma unos cursos en línea con Donald trump sobre cómo abrir su propio business.
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Quiere abrir su business, pero no sabe cómo. Por qué. Qué es lo que quiere la gente. Hace market research. No sabe cómo hacer market research. Le pregunta a su abuela si le puede hacer preguntas a sus clientes, del supermercado Asia.
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La abuela le dice que tiene muy buena idea. Que va a invitar a sus clientes a cenar para navidad a su casa. Quieren hacer una cena especial china. Comprar rollitos de primavera. Pollo vietnamita. Sopa pho. Crackers de gambetas. Y dice que va a invitar a unas amigas muy buenas del barrio, clientes fieles de supermercado Asia.
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Llegan toda esa gente. Un espanto! Unas parejitas muy asquerosas de esas. Uno Manel y antoñeta. Vestidos como si no hubiesen venido a los tiempos modernos. Con unos “jersey’ muy horribles llenos de piojos. Y otros ahí…un ambientillo to muy rancio. Christina se siente muy incómoda. No sabe por qué. La abuela y ella se ponen a contarles historietas sobre sus vidas, que si el audífono de la abuela no funciona bien. Y no oye bien las cosas. se ponen a hablar de looks de sopita de supermercado Asia. Que la abuela había encontrado una falda dragón muy bonita que va super chula con una camiseta gris. Y que todo muy baratuky. Y que christina quería abrir su tienda de uñas.
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Christina le miró las uñas a las personas de ahí…y madre mía! Menudo espanto! Todas muy horribles. Y les dijo que si podía hacerles las uñas. Ahí, en medio del salón. Ellos aceptaron y les hizo las uñas. Y si divirtieron mucho todos. Menudo cambio de ambiente. Empezaron todos a hablarles. Y se compartían historias. Antoñeta le dijo que en su trabajo alguien le había pintado la falda y la tuvo que tirar a la basura. Y que había ido a un internado inglés y que una vez vio a unas patatas fritas volar por los aires en su internado.
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Qué raro…todas esas parejitas no se hablaban nada. Pero cuando ella les hizo las uñas, pues si que hablaron. “Ya sé lo que quiere la gente. La gente quiere compañía. Es lo que hace falta para abrir una compañía” y ya está. Asunto arreglado.
título UNA NAVIDAD DE ESPANTO, TERCERA PARTE
Christina vive en Vallecas con su abuela. La navidad acerca y un día, después del trabajo, ve en una agencia de viajes un ofertón. Un viaje para tres personas al Quebec, todo incluido. El sitio en concreto se llama Saint sauveur y le parece la oportunidad perfecta para celebrar la navidad en la nieve nórdica.
Al llegar a casa se lo comenta a su abuela a ver qué le parece, y a la abuela le parece estupendo. Al día siguiente Christina fue a la agencia de viajes a comprar los billetes para los tres, ella su abuela y su nuevo marido. Hacen las maletas y se van en avión desde barajas al aeropuerto Pierre Trudeau. Se llevan para el viaje todos sus productos de higiene y ¡el viaje va viento en popa!
Cuando aterrizan en Montreal, cogen un autobús de abuelas para ir a Saint sauveur, el lugar en concreto donde se iban a hospedar. El autobús les deja en frente de su hotel, una shack quebequense. No saben muy bien lo que es pero tiene aspecto de ser una casucha de madera de aspecto rústico con una arquitectura muy simple. Entran dentro y el lugar huele a pino, y los del hotel dejaron jaboncillos, toallas y cuadros de “vive la vie que Quebec!”. Todo super bonito.
No saben dónde está el supermercado, y la abuela no habla ni papa de francés. O sea que Christina tiene que traducir todo.
Christina se dirije al supermercado de allí. Para ello le preguntó a unos vecinos que estaban por el área donde estaba el supermercado más próximo. Y se lo explicaron muy bien. Al ir allí hizo la compra, unos espaguetis carbonara, Pepsi, unas patatas fritas, piruletas de navidad con un papa noel en la nieve y pescado para su marido. Cuando estaba pagando todo eso se le acerca un comercial y le dice que tienen un oferta muy buena y que si le interesa. Es un robot de cocina muy bueno que te prepara comidillas buenas simplemente metiéndole unos ingredientes y apretándole a un botón. Christina dice que le interesa mucho y le dicen que si quieren que le haga una demostración un comercial en su casa. Ella acepta y les da cita para el día siguiente.
Al llegar a casa se lo dice a su abuela y a su nuevo marido y a los dos les parece una idea estupenda. Qué ganas tienen de ver ese robot tan bueno, que les va a simplificar la vida.
Al día siguiente llega a casa el comercial. Llama al timbre y al abrir la puerta los tres ven a un tío de aspecto gris asqueroso entrar. No puede ni andar el hombre, está todo retorcido y le sale baba por un lado de la boca. ¡Un espanto, vamos! Lleva puesto como un traje de chaqueta de la era catapún que no se lo había lavado en mucho tiempo y huele a podrido rancio. Tiene los ojos salientes y no todos sus dientes. Se presenta y dice que se llama Ponzio. “Encantada Ponzio” dice Christina. “¿Entonces nos traes ahí un robótico de cocina?” Él dice que sí y empieza a hacerles la demostración. Empieza así “bueno, pues aquí con la congelación del robot a temperaturas de la nieve podemos ver los ingredientes de que salen de aquí y entonces apretar al botón y sale un moribundo de la sal de la tarjeta de mi padre porque mi abuela no acepta que el tarumba del calcetín cacahuete la luna de la montaña….” Christina dejó de escuchar. “¿Tú has comprendido algo?” Le preguntó christina a su abuela. “A ver niña, yo no escucho a nadie porque me cae mal todo el mundo, y encima llevo el audífono sin pilas…o sea que no preguntes, yo contaba con que tú lo entendías al señor este comercial tan bonito que va”.
Pues nada, nadie comprendía nada. Solo se vio que de ahí salió una pasta a la boloñesa estupenda. Le pusieron un poco de queso rallado por encima muy bueno de las vacas de ahí del norte de Quebec, y ¡qué rico estaba todo!.
Le preguntaron a ponzio que cuánto costaba y que qué método de pago aceptaba. Respondió lo siguiente “el numero veinte de la montaña a cocción de su punto pues eso que mañana tengo que madrugar porque la vecina del padre…”
“Nada, no hay manera con este tío ¿qué hacemos?” El marido de Christina lo echó a patadas y ya está. Asunto arreglado.
“Oye qué bien que tenemos este robot culinario que nos vamos a llevar a Madrid. Allí se lo vamos a enseñar a las del barrio a ver qué les parece las pastas boloñesas que nos hace el robot este, y si encontramos una fábrica en china que nos lo fabrique para shopping Asia, ¡perfecto! Les va a encantar a la gente de Vallecas” dijo la abuela de Christina.
Al día siguiente llamó alguien a la puerta. Creían que era alguna líbela o algo así. Abrieron la puerta y era Ponzio. Pidiendo el dinero por el robot de cocina. Le dijeron que si aceptaba American express. Él dijo que no. “entonces pues no sé…señor, no sé qué decirle”.
Christina vi a Ponzio alejarse en el horizonte de las montañas quebequenses, su silueta retorcida se hacía cada vez más pequeña.
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Christina vive en Vallecas con su abuela. La navidad acerca y un día después del trabajo ve en una agencia de viajes una oferta! Un viaje al Quebec! Todo incluido. En un sitio que se llama saint sauveur, pa tres personas ella el novio y la abuela. Que bien. Se lo va a comentar a su abuela a ver qué le parece
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Se lo comenta a su abuela y la abuela le parece estupendísimo! Compran los billetes a última hora y se van pal Quebec. Se preparan las maletas con todas sus toallas y cosas de higiene y todo va viento en popa.
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Llegan a saint sauveur en un autobús de abuelitas. Y llegan a una shack de ahí. Ni siquiera saben lo que es, una casucha de madera de aspecto rústico. No saben ni dónde está el sitio para hacer la compra y la abuela no habla ni papa de francés, o sea que christina tiene que traducir todo.
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Christina va al supermercado a comprar pasta carbonara, pepsi, patatas fritas y pescado para su marido. Allí le dicen que tienen una oferta. Le dicen que venden un robot que hace un montón de comidillas, que le pones unos ingredientes y que le apretas a un botón ¡y listo! Sale un gourmet de allí. Le dicen que si le interesa que un comercial le haga una demostración en su shack para ver si le interesa comprarlo, y ella acepa con orgullo y les da cita pal día siguiente. Se lo comenta a su abuela y a su marido y le parecen a los dos estupendo.
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Al día siguiente llega el comercial. Madre mía qué espanto! Un tío retorcido, pero literalmente, está así como doblado, cojo y con la piel llena de pieles muertas. Tiene la mirada perdida y los ojos globosos. Tiene un aspecto gris. Dice que se llama Ponzio. Encantada, dice christina. El tío empieza a explicar el robot culinario. “Esto es así que de manera que los ingredientes en la montaña, una vez puestos pues le da vueltas y la vaporización de los productos de la cosas del destornillador llega a cabo una cocción que de repente se ve en un botón” dice ponzio. “No he entendido nada, y tu abuela?” Pero si yo estoy sorda y no escucho a nadie, te crees que lo estaba escuchando. No tengo ni idea de lo que dice el palurdo este” le dice christina que no entiende nada de lo que dice. El le responde que cuando la montaña se pone que el destornillador..” “Bueno ya está, encantada ¿se lleva usted el robot?” El ponzio no responde y el marido lo echa a patadas.
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“Entonces nos quedamos con el robot? Que ha pasado? Porque esto va de maravilla. Le aprietas un botón y te sale una pasta a la boloñesa estupenda!” “Qué bien, nos lo vamos a llegar a Madrid, allí se lo enseñaremos a las del barrio a ver qué les parece. Y si podemos encontrar una fábrica en china que lo haga, lo podemos vender en shopping Asia” “y encima nos salió gratis!” Dice el marido de christina.
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Al día siguiente llamó alguien a la puerta de la shack. Era el comercial ese. No sé lo que pidió, le dimos a ver si podíamos pagar el robot con American express. El dijo que no acepta American express. Entonces no sé qué decirle señor, nos queremos quedar el robot, nos hemos enamorado de él y ya no lo podemos soltar, si nos dice un método de pago que funcione, pues eso”
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Christina vi cómo ponzio se marchaba. Lo veia en el horizonte de las montañas quebequenses, cada vez hacerse más pequeño. Iba cojeando en busca de esperanza.
título UNA NAVIDAD DE ESPANTO PARTE 4
En el barrio donde vive Christina con su abuela y su nuevo marido, Vallecas, Madrid, acaban de abrir un strip club. Lo vio un día Christina en obras en el camino entre shopping Asia y su casa. Lo vio y se fijó en él porque le habían puesto muchas luces de neones, y una chica en bikini que bailaba. Christina le preguntó a los obreros que si estaban contratando a bailarinas, y le dijeron que sí. “Qué alegría, yo me veo bailando aquí, voy a comentárselo a la abuelita”.
Al llegar a casa se lo comentó a su abuelita y le dijo que qué le parecía que enviase su curriculum allí, y a la abuela le pareció estupendo. “Pero ¿eso es de bailar con ropa puesta o sin ropa?” “Bueno, con un poco de ropa”…a la abuela le pareció bien.
Christina pasó por el proceso de contratación, la llamaron, les hizo una demostración de sus bailes. ¡Por fin tanto bailoteo en el salón de su casa iba a dar fruto!. A la gente de allí les gustó mucho y le preguntaron que si podía ir el próximo sábado a bailar, que lo iban a inaugurar. En el strip club todavía estaban comprando todo el alcohol y la comida necesaria para abrir el bar del strip club. Compraron margaritas, whiskeys, vodka, baileys, espíritus de frambuesas y limón y de comida nachos con queso, kebabs, sandía y trocitos de coco.
A Christina le encantó la primera noche de stripper en el strip club. Se lo pasó muy bien, conoció a mucha gente que había venido del barrio y de otros al rededores, hablaron mucho y ganó mucho dinerito.
Christina todavía no sabe cómo vestirse para ir al strip club. Había visto algunas de las estrellas de Hollywood hacer ese trabajo en las telenovelas de las tardes, pero no le había quedado claro qué ropa exactamente llevar. Fue al shopping Asia a comprarse ropita para ello. Se compró un bikini de oro con diamantes brillantes fosforescentes, un mono de color rojo fuego, unos zapatos de tacón transparentes, un vestido de red de pescador con diamantes swarovski y una peluca color rubio platino para retamar su look vulgar pero elegante al mismo tiempo. “Un look vulgar elegante” le dijo christina a su abuela. A su abuela todavía no le había quedado claro qué trabajo es ese de ser stripper, pero bueno.
Todo iba viento en popa en la vida de christina, su abuela y su nuevo marido cuando así, de la nada, un día, le escribe un mensaje su antiguo novio del bigote rancio. Dice que quiere verla y que se acuerda mucho de ella. La última noticia que ella había tenido de él es que estaba de conferencias por la china sobre unos asuntos que todavía no le habían quedado claro. Ella aceptó. Le dijo que si le apetecía ir a merendar a su casa un día, él dijo que sí y ella le dio cita para un día y una hora específica. “Ups, se me ha olvidado decirle que ahora estoy casada y que va a merendar con mi nuevo marido, pero bueno da igual…seguramente le caerá bien, mi nuevo marido es un tío simpático y seguro que harán buenas migas” pensó christina.
El día llegado, la abuela de christina sabía que venía a merendar el tío rancio ese que ni se acordaba de su nombre ni nada, y para ello compró unos bocadillos de paté con aceitunas, zumo de naranja y mango, unos pastelitos de crema montada con cerezas confitas y unos kebabs para christina que le encantan tanto. Y para ella misma unos cafecitos mocha del Starbucks que le gustan tanto. Lo preparó todo en un mantel bordado con pajaritos de los chinos.
El rancio ese (nadie se acuerda de su nombre) llamó al timbre y fue la abuela de christina a abrir la puerta. “Ay qué ilusión verte por dios..pasa pasa, siéntate” la abuela de Cristina intentaba construir frases para no tener que llamarlo por su nombre, porque se ve que nadie lo sabía. El hombre tenía un aspecto como que lo había pasado mal. Hay gente que para ellos el tiempo no pasa, y hay otros que no es que el tiempo no pase, es que a ese el tiempo lo había arroyado y se lo había llevado por delante, sin ningún tipo de piedad. Tenía el bigote ese de caracol más largo, con más piojos, más retorcido…y los ojos como de espanto, de haber visto un zombie por la calle. Saltones y parados en el terror. La abuela de Christina casi le preguntó que qué había visto por la calle porque vamos. Luego la “ropa” mejor ni mencionarla. La abuela de chirstina casi le pregunta si se había ido de excursión con los vagabundos en el camino De Santiago o algo así, porque parecía que esa ropa había pasado por puentes de cocodrilos y duras penas. Y luego por si eso fuese poco, el hombre soltaba unos olores, que si lo metes en la ducha se atrancan las tuberías.
El hombre se sentó en una silla, para espanto de la abuela de christina porque se puso a pensar en las botellas de desinfectante que iba a necesitar una vez el bulto ese desapareciese de su propiedad privada. Cuando se sentó, christina le dijo hola y le presentó a su nuevo marido. Le preguntó que qué tal todo y eso, no sabía qué decir. El le dijo que muy bien (¿qué va a decir?) y que había estado de muchas conferencias por el mundo porque todo el mundo quería saber sobre su tesis doctoral de los cristalización de las fresas de no sé que temperaturas para la fabricación de una pieza de avión especifica para los aeropuertos de tipo A. “Ah vale, me parece estupendo eso que me cuentas” “¿Y por eso vas con esas pintas?” Le preguntó la abuela de christina al tío ese rancio. él se rió y dijo que le habían dado un trabajo muy bueno en la oficina. “¿Y qué es una oficina?” Le preguntó christina “ay qué tonta eres, es un sitio donde se va a trabajar”…”bueno, ¿y te has encontrado mujer?” Le preguntó christina. El marido de christina se estaba rascando la pierna. “Bueno sí antes estuve con una que es una pesada, y tal y la tuve que dejar porque es una loca psicópata y no paraba de llamarme” dijo él rancio “ah es verdad que tienes pinta de permitirte eso” le dijo el nuevo marido de christina.
Hubo muchos silencios incómodos con el tío ese porque, no sabían de qué hablar con esa persona tan interesante de la tesis doctoral. Entonces por fin alguien se atrevió a decirle lo que todo el mundo deseaba “bueno christina, nos han dado cita para ir a cenar en la cena de navidad de los chinos, tenemos que ir saliendo ya” le dijo a christina su nuevo marido.
“Bueno…eh…cuales tu nombre, te acompaño a la puerta, ha sido un placer verte…ale ¡adiós!” Y lo vio que desaparecía en el horizonte cerca de su ascensor. Parecía un vagabundo.
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En el barrio donde vive Christina con su abuela y su nuevo marido acaban de abrir un strip club. Se llama ruzafa. Y ella lo ve un día y dice que quiere enviar su currilum. A fin de cuentas sabe bailar y le han dicho que ahí se gana mucho dinero. A la abuela le parece bien, con tal de que entre el dinero, eso es lo que cuenta.
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A Christina la contratan. Es un sitio con neones de todos los colores, una barra de strip tease y una zona para tomar cócteles. Se divierte mucho. Allí conoce a mucha gente. Se ríen mucho.
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Christina no sabe cómo vestirse para ir al strip club a bailar entonces va a shopping Asia a comprarse sopita de stripper. Se compra un bikini de oro con muchos brillantinas, tanto que a ella le encantan. Un bestidito de red de pescador con diamantes. Una peluca platino para que quede muy trashy elegante al mismo tiempo. Unas joyas de oro, unos zapatitos transparentes y un mono rojo fuego. Le parece todo eso bien y le sale muy bien de precio.
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Un día invitan a la abuela a ir y se lo pasa muy bien. Le dan unas copias y se ríe mucho, se pone feliz.
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De repente, así de la nada, recibe un mensaje de su antiguo novio, el del bigote espantoso. Dice que cómo está, que se acuerda mucho de ella y que quiere verla. A ella le extraña y le sabe mal, porque ella se había olvidado completamente de su existencia, creía que había muerto y se lo imaginaba en un cementerio ahí descansando en no paz. Ella le dice que si le apetece ir a merendar a su casa un día. El acepta y le da cita para un día a una hora específica.
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Cuando llega el día que tiene que venir su ex novio, llama al timbre y la abuela le abre la puerta, entra en tío. Bus, parece que el tiempo lo ha arroyado y se lo ha llevado por delante. Tiene el bigote igual de feo, pero más largo, o sea más ridículo que antes Los ojos salientes vacíos, cara de espanto, como si hubiese visto a un zombie Texas chainsaw massacre, y una “ropa” que no sé, christina le preguntó que en qué vertedero había encontrado todo eso que huele así. Muy orgánico.
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Cuando entra el tío ese, que christina se había olvidado de su nombre, le hace pasar a la salida, y le presenta a su nuevo marido. “Encantado” le dice el marido de christina a su ex novio. Todo muy cómodo y natural. el se sienta ahí en una silla y se quedan todos en plan silencio incómodo. “Bueno ¿cómo estás christina?” “Pues estoy bien, no sé qué decirte, puesto que en realidad nunca te he dicho nada porque siempre andabas desaparecido ¿qué tal tus conferencias en la china? ¿Te gustan los productos de limpieza made in china? ¿O los orgánicos?” “Muy bien, me dijeron el jefe de tesis que la resolución de los cristales va en conclusión con el efecto del hidrógeno de carbono en relación a la fermentación del hiero de unas piezas que hacemos para aviones” “ah vale, muy interesante…¿y te has echado novia?” “No…bueno sí, a lo mejor no, es que me encontré a una pero era una pesada y ahora pienso en ti” “ah …ok”…”pues nada…no sé…” “bueno christina, nos han dado cita en el chino pa cenar, tenemos que salir ya que si no llegamos tarde” le dijo el marido de christina a christina ‘ah es verdad…vale pues nada que voy a despedir a el invitado…” christina lo condujo hasta la puerta de salida y ale que le den por culo.
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“Pero chiquilla, al pobre hombre le hemos tratado fatal” “es lo que se merece abuelita, al que no te respeta, no hay que respetarlo”